Williams Belle: El lado luminoso de la Fuerza

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Williams Belle: El lado luminoso de la Fuerza

Los tiempos oscuros

Debido a que aprendí mis primeros años de parkour de David Belle he estado mencionándole últimamente en mis publicaciones. Por supuesto, ya que él fue una gran influencia en el principio de mi entrenamiento de parkour. Era mi profesor, mi mentor, un buen amigo y como era algo mayor que yo, lo veía como algo más que sólo parkour. Una visión sobre la vida, las conductas cotidianas, las relaciones con los demás y el mundo fuera de lo que era el parkour. Si no estaba entrenando con él, estaba en su casa de relax, hablando de parkour, la vida, sueños, o en la mía haciendo lo mismo. Pasé mucho tiempo en su compañía, y debido a la naturaleza de nuestra relación “maestro/alumno” me impregné mucho de él. David es un hombre carismático, determinado, con fuertes creencias y visión sobre cómo vivir su vida. Fue muy inspirador para mí cuando comencé mi viaje.

Yo era un adolescente irreverente, un inadaptado en una sociedad que sólo ofrecía “éxito” y una vida feliz a través de ser bueno en el colegio y encontrar un trabajo. En el fondo sabía que podría hacer cosas buenas, pero no podía expresar ese potencial en el colegio y dentro de lo que yo percibo como un entorno inflexible. Nunca me sentí inspirado por ello, y el hecho de que esa fuese la única opción sobre la mesa cuando eres joven, me dejaba con mucha frustración y me sentí un incomprendido durante años. Eso me condujo a una versión de mí mismo en la que estaba enfadado con el sistema, la sociedad y sintiéndome excluido de todo ello en alguna forma.

Esto era algo que David y yo compartíamos muchísimo. Debido a ello, inconscientemente estábamos a menudo cultivando sutilmente ira en nuestras charlas. Estábamos en contra de lo establecido y alimentábamos nuestra ira el uno del otro en nuestras largas conversaciones después del entrenamiento. Nuestra única realidad era la acción diaria del parkour. Esta rabia y sentimiento de superioridad estaba, obviamente, alimentando nuestro ego y actuaba como combustible para ser mejores en el parkour. Hubo, por supuesto, muchos momentos de disfrute y diversión pero las mejores acciones y los momentos álgidos los conseguíamos mayormente a través de la energía de la ira.
Realmente a medida que crecía escuché y leí muchas otras historias de atletas de alto nivel, campeones o artistas famosos que usaban este tipo de energía para realizar sus acciones y crear. Desde cierto punto de vista, pienso que es algo bueno el usar la ira, canalizarla y producir algo positivo de ella. Mejor que estar enfadado y hacer cosas malas con ella, seguro, pero aún parecía estar limitado en algún punto, incompleto y no en la línea de lo que la gran cuadro de lo que es el parkour.

WBluz3Stephane Vigroux y David Belle (Imagen extraída de la página de S. Vigroux)

Estaba comprometido, dedicado, entrenando al menos 8 horas al día y con la mejor dirección. Después de un tiempo tenía seguridad y era bueno en el parkour, y era bastante feliz con el nivel que tuve sabiendo el esfuerzo y el tiempo que me llevó ahí. Esto es cuando me lesioné en una grabación para Nike.  Me desgarré el Ligamento Cruzado Anterior y estuve un tiempo fuera de la acción. Privado de moverme y pasando meses en hospitales y centro de rehabilitación estuve aún más enojado. Solo con mi lesión, mi mente llena de problemas y mi cuerpo inmóvil. Básicamente toda la alegría y la gloria que había conseguido a través de la acción y los grandes saltos se habían ido y me dejó considerablemente vacío, mentalmente débil e infeliz. Toparme con un cirujano realmente malo y estar mentalmente deprimido, la combinación de ambas hizo mi proceso de recuperación extremadamente largo para ese tipo de lesión. Estaba en un mal lugar y las cosas tenían que cambiar.

Punto de inflexión

Un día, estaba en la casa de mi entonces novia en Sarcelles. Katty Belle era mi pareja y también la hermana de Chau y Williams Belle. Fuimos al bosque cerca de su casa, el famoso “bosque de Ecouen”, en donde los Yamakasi entrenaban a menudo. Con mi pierna hinchada y muy renqueante, fuimos allí.
Una vez en el bosque comenzamos a escuchar y ver gente cerca. Katty dijo: “Oh, parece que Williams está entrenando y enseñando a chicos ahí”. No eran buenas noticias para mí en ese punto, pensé. Williams era un Yamakasi y yo había sido “educado” para odiar a los Yamakasi. De acuerdo con mi maestro eran traidores y mala gente. Y como buen estudiante, yo debía seguir a mi maestro y tener mucha aversión por los tipos. Como siempre hacía, apenas hablé con ellos. Cualquiera que haya entrenado con David conoce cómo era entonces y lo imposible que era para nosotros que nos gustasen los Yamakasi. A pesar de que no los conocía realmente. Por lo que no estaba feliz de encontrarme con Williams en ese momento y estaba realmente molesto por la situación.

Williams llegó, seguido de un grupo de niños felices, una gran sonrisa en su cara, bien erguido y fuerte y con un chaleco lastrado de 10 kilos puesto encima. Yo trataba ser distante, a la defensiva con una expresión facial de “no eres bienvenido”. La actitud que tomó  Williams no me dejó espacio para más de mis intentos de parecer enfadado o malhumorado. Se acercó a mí con una gran expresión de bienvenida y con un ánimo amigable me preguntó: “¿Quieres entrenar con nosotros Stéphane?”
Yo simplemente había estado haciendo unas planchas antes de que él viniera y estaba un poco vacío, listo para irme. Pero no podía rehusar lo que percibía como un reto, cuando en realidad Williams sólo estaba ofreciéndome compartir un momento juntos. Entonces empezamos a trabajar en algunas series de planchas de 10 repeticiones. Yo estaba en baja forma y mentalmente bajo durante meses, rápidamente la serie de 10 reps fue bajando a 8, 6… Para mí. Estaba decepcionado, sintiéndome una mierda, concentrado en el rendimiento y aspecto físico de la situación.  Williams mientras tanto ayudaba a los chicos a hacer dominadas con muchos ánimos, sonrisas y elogios. Cuando llegaba su turno de hacer la serie de planchas hacia las 10 repeticiones, limpias y fácil con el chaleco de 10kg encima. Manteniendo su sonrisa y buena energía mientras ayudaba a los chicos entre las series. Yo estaba impresionado. Pero eso no es lo que más impresionó ese día.

Cuando iba a por otra serie, me encontré a mí mismo en las últimas a la altura de la quinta o sexta repetición. Realmente cabreado y molesto con la situación de parecer tan débil delante de mi “enemigo”. En ese momento Williams vino directo a mí y dijo en un tono amigable, alentador y de mucho apoyo: “Tú puedes hacerlo Steph, tú eres fuerte”. Al decir esto también me dio un leve impulso para ayudarme los últimos centímetros y terminar de subir la plancha.  Él se quedó allí y me ayudó en cada repetición hasta que conseguí hacer mi décima. En cada repetición recibía ánimo de él. No estaba luchando contra mí. Estaba ayudándome. Fue un shock para mí y estaba abrumado por sus  sinceras intenciones de bondad, solidaridad y amor hacia mí. Yo estaba odiándole y él estaba queriéndome. Todo lo que él buscaba era ayudarme a sentirme mejor entendiendo, probablemente, cómo me sentía durante el largo y problemático tiempo de recuperación. Motivándome y repitiéndome que era fuerte y podía hacerlo varias veces. Aquello fue un gran cambio respecto a lo que estaba acostumbrado en mis entrenamientos hasta ese momento.

Después de ayudarme volvía a hacer su serie de 10 reps con el chaleco puesto de nuevo, y lo hacía parecer fácil. Y después volvía a ayudar a los chicos y a mí. No estaba actuando o pretendiendo ayudar, o intentando parecer bueno y fuerte. Podría decir que estaba muy por encima de la batalla del ego y la ira con la que yo trataba. Él sólo buscaba ayudar y compartir. Ofreciendo y dando su tiempo a mí, quien sabía que había sido educado para odiarle a él y a los Yamakasi. Le encontré muy fuerte en este sentido. Primero porque hizo todas esas series de planchas con el chaleco lastrado con una cara feliz pero más por su honorable actitud. Era un verdadero “guerrero pacífico” tal y como se describe después en el libro de Dan Millman. Fue un punto de inflexión en mi vida y mi entrenamiento y pensamiento: Tú PUEDES ser fuerte y bueno. No necesitas estar furioso para ser bueno en el parkour. Él hizo todas las series con más peso sobre sus hombres y ayudando a los chicos y a mí. Todo ello con una energía agradable y tranquila.

Desde ese día busqué conocer más sobre Williams y su visión de nuestra disciplina. Obviamente algo faltaba en mi comprensión del parkour al darme cuenta de que todo el progreso y los saltos alcanzaban su límite cuando se trataba de hacerme una persona más feliz y mentalmente más fuerte. Entré en una nueva dimensión…

WBluz2fotografía de Jean Christophe Mazué

Movimiento con significado

Comencé a estar más cerca de Williams, viéndole más a menudo durante el entrenamiento y también fuera de él en la casa de los Belle en Sarcelles. Su gracia y elegancia durante la acción era realmente inspiradora, ya había observado esa parte. Para mí, la manera en la que se movía era el resultado de una forma de entrenar y pensar. Estando alrededor suyo confirmé más aún cuán físicamente fuerte era, pero también su nivel de comprensión de nuestra disciplina estaba por encima de lo que había encontrado antes de conocerle. Él entrenaba con una intensidad especial muy similar a la que había experimentado con David. En lo superficial tenía la misma escuela de entrenamiento, pero de alguna manera, la energía y sentimiento cuando observaba a Williams era diferente, y yo estaba decidido a conocer más sobre esta filosofía detrás de la acción.

Una vez me contó la historia de uno de sus primeros saltos y que le pasó en ese preciso momento. Él tenía unos 8 años si mal no recuerdo. Estaba en una estructura de un barco de madera en un parque para niños en Sarcelles, en el mismo bosque que mencioné antes. Estaba buscando romper el “salto del barco” por primera vez. Todos los mayores de los Yamakasi estaban allí apoyándole, motivándole. Un momento bastante intenso y emocional para un niño, como podrás imaginar. Algunos de los mayores se acercaron a él, por si acaso  algo fuese mal y a mostrarle su completo apoyo. Él fue valiente, tomó su decisión e hizo el salto con éxito.

WBluz1Williams Belle

En este punto me dijo que entendió dos cosas importantes que dieron forma a su manera de entrenar, lo que él llama Arte del Desplazamiento:

1- Él entendió que sin la ayuda de su familia y la de los mayores a su alrededor no habría conseguido hacer el salto. Su apoyo y ánimos tuvieron un gran impacto y le dieron la suficiente confianza para sobreponerse a sus miedos y hacer el salto. Se sintió muy agradecido y entendió que esta disciplina era sobre compartir y ayudar a los demás.

2- Se dio cuenta de la alegría y satisfacción que le había dado el salto. Él fue consciente de ello, y de lo que estaba buscando, la sensación de mejora y adquirir confianza en sí mismo cada vez. A causa de esta observación se preguntaba: “¿Qué soy yo buscando obtener en un salto algo que no tengo aún dentro de mí? ¿Qué falta en mí para sentir la necesidad de hacer un salto?” Su reflexión se movía en torno al porqué de esa necesidad para este tipo de acción. Él entendió que si necesitaba el salto para crecer y sentirse más fuerte, era porque algo faltaba en él. Y él reflexionaba y trataba de entender esto en un nivel profundo. Bastante sabio para un chico tan joven.

Y este ha sido el principio de su práctica desde entonces. Esto fue, para mí, la profundidad y el significado que estaba buscando.

Hablar más con Williams tuvo el efecto de reiniciar mi manera de vivir y pensar en mi práctica. Centrándome más en qué estaba pasando dentro de mí más que en lo externo. Él me preguntaba a menudo sobre mis reflexiones en mis acciones. No tanto para perderme en pensamientos filosóficos sino más bien, prácticamente, para entender las razones y motivaciones detrás de mis acciones. Una mejor comprensión de mis acciones me llevaría a comprenderme mejor a mí mismo y ello redundaría en una versión más feliz y estable de mi persona. Y esto es la clave. Para ser más feliz. El salto en sí mismo, sin importar cuán grande sea, no te hará más feliz. Inclinar hacia una práctica más estable e integral alrededor y sobre la acción del parkour haría, sin embargo, mejorar significativamente mi vida.

Sólo entonces comencé a darme cuenta de que mi práctica podía tener mayor impacto en mi vida más allá del aspecto físico. De nuevo, no me estoy refiriendo a una charla sobre idealismo hippie, sino, realmente, sobre un método práctico, un razonamiento para desarrollarse mejor y una comprensión total de uno mismo.

Por ejemplo, yo aprendí de él y cambió mi manera de abordar y superar obstáculos de forma diferente. En mis primeros días, estando alimentado con ira y energías fogosas, estaba rompiendo saltos bajo mucha adrenalina. Williams señaló eso. Para él, la adrenalina consumía y limitaba la energía, y sugirió que yo debería trabajar a través de un proceso de decisión más estable y calmado antes de actuar en una situación peligrosa.
Esas sutiles pero importantes mejoras que hice me llevaron a través de una eficiente, sensata reflexión y comprensión de las motivaciones y razones detrás de cada acción. Ahora, estaba practicando una larga y duradera disciplina para la vida.

 

Artículo original de Stephane Vigroux, puedes leerlo en inglés en su página de facebook aquí:

Parte 1Parte 2Parte 3

Traducción de Dani Sampayo y Carlos Javier Ferrero para umparkour.com
Imágenes extraídas de la página de facebook de Williams Belle y Stephane Vigroux.
La imagen destacada es una ilustración de Nikooz
 

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