La Guerra: Entrenamiento, Fuerza de Voluntad y el Eterno Oponente

By Comentarios desactivados en La Guerra: Entrenamiento, Fuerza de Voluntad y el Eterno Oponente
La Guerra: Entrenamiento, Fuerza de Voluntad y el Eterno Oponente

No está de moda en estos días el hablar del entrenamiento o la auto-mejora en términos de conflicto – a menudo escuchamos que se supone que hay que entrenar inteligente, no duro; a nuestro ritmo; para trabajar dentro de nuestros límites; para adherirnos a los principios de la ciencia deportiva de cabo a rabo. Y, desde un punto de vista fisiológico, esto es a menudo un consejo sensato y sería sabio seguirlo.

Sin embargo en la práctica del parkour también hay una guerra librándose: una batalla psicológica que se nos presenta en cada momento que damos un paso más en un salto o movimiento que no dominamos, cada vez que el miedo al fallo o a la caída fija sobre nosotros su oscura mirada y nos dice que nos demos por vencidos, que nos vayamos a casa, que lo intentemos otro día, como excusándonos a nosotros mismos para que aceptemos la derrota.

Este oponente es, por supuesto, nuestro propio yo, manifestándose a través del desafío del terreno que encontramos en nuestro entrenamiento. Y este adversario, simplemente, no puede ser batido jugando de forma inteligente, o trabajando dentro de nuestros límites. Tiene que ser encarado de frente, confrontado en un sentido primario y luchando hasta que él, o tú, sea sometido.

Aquí es donde necesitamos algo de ese “machaque” pasado de moda. Esta es también la parte de nuestro entrenamiento que no se gestiona fácilmente. Convertirse en alguien fuerte, o en alguien en forma, o rápido, o aprender a moverse bien, no es un proceso complicado: aplica regularmente el entrenamiento correcto por el tiempo suficiente y verás los resultados. Es simple.

En lo que concierne a la mente, sin embargo, es cualquier cosa menos (simple)…

WAR1

Es imposible predecir cómo alguien va a reaccionar al desafío de su mismo ser en esta situación – ¿se acobardará por el miedo, o se crecerá para superarse? ¿Demostrarán ellos su fuerza interior requerida para empujarse a sí mismo sobre estos retos, o buscará un camino más fácil? La cruda realidad es que hasta que no estemos enfrentados a la batalla no tenemos ni idea de cómo reaccionaremos. Tampoco nadie podrá ser capaz de augurar de manera infalible cómo le irá a nadie más en este tipo de situaciones: muchas veces hemos visto profesionales destacando durante aspectos “seguros” del entrenamiento, probablemente en una clase en interior, sólo para rehusarse cuando encaran los mismos movimientos en un entorno en el que perciben más de “alto-riesgo”

La mente es la más escurridiza de los adversarios, y la más astuta, y la más persistente. Y usará todos los trucos a su alcance para animarte a abandonar la lucha. “Hoy estás cansado”, susurrará. O quizás, “está un poco húmedo aún por la lluvia, mejor dejarlo para otro día”. “No te exijas demasiado, podrías hacerte daño”, advertirá. Y finalmente, te calmará, “siempre podrás volver mañana y hacerlo. Acaba por hoy”. Pero escucha esta voz sibilina todo el tiempo, y pronto se extinguirá el fuego dentro de ti por completo: y un día cuando realmente quieras hacer un salto, te darás cuenta que simplemente no puedes reunir la fuerza.

¿Cómo prevenir esto? No escuchando esa voz —o al menos no muy a menudo. Tienes que combatir esta batalla interna y ganar más a menudo que perder. Así que escucha lo que la voz tiene que decir (¡quién sabe, una o dos veces, en realidad podría hablar con sentido!), Presta atención a sus avisos y a sus consejos —entonces toma nota y archívalos en la carpeta de «considerados», dile que cierre la maldita boca y vuelve a superar cualquier obstáculo que se encuentre en tu camino.

Hay una miríada de diferentes métodos para luchar esta guerra —No quiero decir “ganar” porque no es una guerra que pueda ganarse siempre, en absoluto — y he visto a personas que emplean con éxito diferentes estrategias: técnicas de visualización, técnicas de distracción, rabia, mantras, música… pero en algún lugar a lo largo del camino, todas estas personas dan un paso al frente con una mirada de pura determinación, decidida, comprometida: y hacen el salto.

Este es el “rugido”; este es el momento de la fuerza de voluntad —y es un momento de autodominio en su verdadero sentido. Todo dentro de ellos esta posiblemente gritando a que renuncien, a que sean sensatos, a que jueguen seguros, y aún así son capaces de dominar estos procesos de pensamiento, poniéndolos a un lado y eligiendo completar la acción. Controlan sus cuerpos en este punto, y no sus miedos o cualquier otra parte del “mono loco” que es la mente. Es genial ver a alguien alcanzar ese estado, y es incluso mejor sentirlo por ti mismo.

Cuando esto ocurre, es una batalla ganada. La guerra continúa, sin embargo. Esta es una guerra que nunca termina, después de todo. El enemigo es incansable, incesante y despiadado. Estará esperando en el campo de batalla cada vez que decidamos ponernos en marcha, con los brazos cruzados y con una sonrisa de complicidad. Nos ha visto antes, nos conoce íntimamente —tal vez mejor que ningún otro nos ha conocido en la vida— y sabe perfectamente como quebrarnos. En cambio, aunque, sabemos que es mejor así, y entendemos perfectamente el desafío, que se presentará cada vez que respondamos a la llamada a las armas.

Es en igualdad de condiciones: simplemente tenemos que dejarnos la piel.

 –
Artículo escrito por Dan Edwardes y cedido a www.umparkour.com

Traducción de Dani Sampayo y Carlos Javier Ferrero, revisión de Adrian Minton.

Puedes leer el artículo original en inglés en este enlace: The War: Training, Willpower and the Eternal Opponent

Share Button

Comments are closed.