El desafío de los 15 días

By Comentarios desactivados en El desafío de los 15 días
El desafío de los 15 días

Aquellos que habéis tenido la oportunidad de entrenar con algunos de los fundadores del parkour/arte del desplazamiento, estoy seguro de que tenéis historias que contar y probablemente siempre recordaréis esas experiencias únicas.

Pasando mis primeros años de entrenamiento con David Belle tengo muchas historias y marcas físicas en mi cuerpo de aquellos días, pero si tuviera que contar cuál fue la más intensa de todas ellas sería el “desafío de los 15 días”

Después de un par de años de seguir sus enseñanzas y entrenamientos, David me dijo que si realmente quería empujar mis límites y saber en qué consistía un entrenamiento de parkour extremo, real e intenso debería ir a por el reto de los “15 días”. Me dijo que sólo después de completar esta experiencia sabría de verdad cómo de duro es un entrenamiento de parkour y, más importante, alcanzaría mis límites físicos y mentales y los superaría. Eso era esencial y parte de las enseñanzas, añadió. Sin esto, algo fallaría en la enseñanza y ésta sería incompleta. Me dijo que sólo había entrenado a una persona para hacer el “15 días” pero no pudo completarlo. Era joven, tenía fuego en mi interior, mucho orgullo y ego, ¡por supuesto que quería hacer el “15 días”! Sólo un joven imbécil e ignorante tendría tanto entusiasmo por este tipo de desafío.

El principio del “15 días” es bastante simple: David dirigiría la “experiencia” de 15 días de entrenamiento para mí con un único objetivo en mente: machacarme y hacerme renunciar antes de llegar al final de los 15 días. (Oh, para la crónica, él es muy bueno cuando se trata de machacar gente entrenando).

Yo era básicamente un estudiante a tiempo completo, disponible a cualquier hora del día o de la noche para llevar a cabo sus órdenes. La mayoría de las veces el estaría conmigo dándome instrucciones sobre qué hacer, otras veces me dejaría escrito el plan de trabajo que tendría que hacer por mí mismo, o podría llamarme en cualquier momento y pedirme que hiciera algo.

Así que la experiencia total del curso sería físicamente exigente porque sabía que no tendría descanso durante 15 días, pero la parte más difícil para mí era saber que “CUALQUIER COSA” podría pasar a cualquier hora del día o de la noche. Mientras estaba descansando, mientras pensaba que el día ya había acabado, él podría llamarme, de nuevo, para una cosa más. Estaba tan emocionado como asustado por empezar la experiencia.

Entonces, el desafío empezó. Los días fueron largos, las noches cortas y, por supuesto, era invierno y, fuera, helaba. David sabía que podría manejar el dolor del duro entrenamiento, así que sabía que sus posibilidades de romperme y rendirme serían a través de un juego mental. Sin ser una persona madrugadora, la mayoría de las primeras sesiones de entrenamiento del día empezaban cuando el sol todavía ni había salido, hacia las 5-6am. La mayoría de mis tiempos de descanso permitidos eran interrumpidos con algunas llamadas o mensajes aleatorios asignándome más desafíos.

No hubo sorpresas en cuanto al contenido, técnicas o ejercicios que me pediría. Pero sí en la forma en la que puso todo en orden, cómo la estructura fue dirigida a crear una situación muy estresante era una verdadera obra de arte. Me encontré a mí mismo teniendo miedo de qué sería lo próximo y con cuánta frecuencia durante esos 15 días.

Con frecuencia escucho la frase «hey Steph, ¿quieres un croissant y descansar?» a modo de broma cuando viajo y conozco practicantes. Esta frase viene de uno de aquellos días donde David estaba decidido a hacer que me rindiese y dejarlo.

Estábamos en el bosque de Lisses (donde se hizo el desafío de los 1000 fondos), había estado fuera durante bastante tiempo corriendo un poco, ejercicios de escalada, planchas y saltos de fondo… Estaba, por supuesto, tan cansado como cualquiera de esos 15 días. Hacía frío, la nieve cubría el suelo y yo estaba sin camiseta. Después de una sesión de esprint me dijo que ya casi estábamos terminando y que pronto iríamos a casa. En ese momento David montó un ejercicio muy simple para mí…

Tan simple como dos barras paralelas.

“Pasa por encima y por debajo de las barras, por dentro y por fuera, 50 veces, rápido y sin pararte” dijo. Así que lo hice. Básicamente saltando sobre la primera y pasando por debajo de la segunda, luego, volviendo de nuevo por encima y por debajo… Como decía, aparentemente, una tarea sencilla.

Estuvo allí manteniendo el ritmo y asegurándose de que siempre me estuviera moviendo, porque no moverse significaba abandonar. Incrementó la velocidad de las repeticiones a mitad de camino e incluso más hacia el final y me presionó hasta que logré las 50. Cuando paré, pasó algo raro. Sentí presión en mi pecho y mi garganta, no podía respirar. Algo la estaba bloqueando, como si mi garganta se encogiera y el aire no pudiera circular. Me desplomé sobre la hierba, cubierta de nieve… aún sin camiseta. Me llevó unos minutos recuperarme, tumbado sobre la nieve, tratando de respirar con normalidad otra vez. En esta fase, asumí (en mi mente), tras las largas horas de la mañana, además de este percance y sabiendo que tendríamos que hacer una sesión nocturna al final del día, que era merecedor de un descanso en ese momento.

15dias1Fotografía de Julie Angel.

David mostró un atisbo de compasión, me felicitó por el esfuerzo de esta mañana (él raramente elogia) y por el hecho que lo di todo hasta que me desplomé, y dijo: “Ok ya lo has hecho bien esta mañana, ¡vamos a casa!” Mientras caminábamos hacia mi coche, JUSTO antes de llegar a él, dijo: “oh, sólo una cosa más”. Bang. Eso es. Y toda la jornada matutina se convirtió en una pesadilla. No tenía ni idea que añadiría, pero por el simple hecho de que ya empezaba a imaginar una ducha y la cama antes de que el  “una cosa más” sucediera, fue bastante doloroso. Pero no lo dejé ver. Mostrar debilidad, en este punto, le daría munición para intentar hacerme abandonar con mayor ahínco.

Entonces, señaló a una larga línea de pequeños bordillos a lo largo de la carretera al nivel del suelo. Los bordillos eran de alrededor de 50cm de largo y 10cm [de ancho] con un espacio de alrededor de 1,5 metros entre cada uno de ellos, que se prolongaba durante unos 400 metros.

Añadió: “Sólo irás a casa cuando hayas completado esta distancia sin caerte de los bordillos. Si te caes en uno, empiezas de nuevo desde el principio hasta que lo hagas bien”.

Mis piernas estaban débiles, mi equilibrio y mi concentración habían desaparecido, debido al cansancio de las horas anteriores. Acertó de lleno en el reto mental adecuado en ese momento. Todo lo que tenía que hacer era caminar en equilibrio sobre esos bordillos durante toda la distancia. Cualquier día, fresco, la tarea habría sido fácil. Pero en ese día el ambiente era diferente. Me llevó mucho tiempo y esfuerzo. Realmente me costó tiempo y estar seguro antes de estar 100% convencido de hacer la zancada entre cada bordillo.

No podía permitirme fallar y volver a empezar. Cada zancada era intensa y un largo momento en mi mente. Ni hablaba ni sonreía, estaba completamente inmerso en la tarea.

De alguna forma después de tomarme mi tiempo lo hice y terminé sin caerme ni una sola vez. “Ahora podemos irnos a casa”, dijo, con una sonrisa en su rostro. Estaba confuso sobre si odiarle o estarle agradecido por tomarse el tiempo de compartir esa experiencia conmigo.

Ya en el coche, apenas podía sujetar el volante. David me miró y dijo “si es muy duro, puedes dejarlo Steph. Descansa bien en casa con un chocolate caliente y un croissant. Y no tienes que volver esta noche para la segunda sesión”. Le pregunté si compraría él el croissant, pero dijo, entre risas, que ni siquiera haría eso, así que preferí no quejarme y decidí estar preparado para la sesión de la tarde.

Esta anécdota refleja una parte del gran aspecto mental de aquellos 15 días. Esto pasó cerca del final de la primera semana y no iba ni por la mitad del reto cuando descubrí que podía dejar de respirar y desmayarme sin haber hecho nada más que empezar un intenso entrenamiento. Buenos tiempos… No. Por supuesto, todo depende del contexto y la situación, fuera de contexto, muchas de aquellas rutinas eran menos intensas. La combinación de todas ellas, y cómo David es un maestro del arte de hacer un entrenamiento realmente mental y creciente en intensidad, daba un toque hipnótico al desafío.

Aún recuerdo parte de esos 15 días en los que David estaba lejos y no podía estar conmigo físicamente entregando su dosis de dolor diario, así que me dio un desafío para el día. Y eso quiere decir, para el día. Literalmente. Pensaba que el no tenerlo alrededor podría resultar en cierta forma un pequeño respiro a mitad de camino del desafío de los 15 días. Una de esas tonterías que piensas cuando eres joven… Entonces él me dejó una nota con una rutina a realizar cada hora durante 12 horas. Desde las 8 am, hasta las 8 pm, cada hora tenía que hacer esa combinación de ejercicios. Y por supuesto descansar entre ellos. La nota decía:…

Leyendo la nota…

“Empezando a las 8 am hasta las 8 pm, haz la siguiente rutina cada hora:

  • 1  vuelta corriendo a tu barrio
  • 2 subidas y bajadas a cuadrupedia en tus escaleras + 10 flexiones al finalizar cada cual
  • 3 saltos de fondo desde la ventana de tu habitación
  • 5 verticales (el pino)

Ten un buen día Emoticono de sonrisa

La rutina tomaba unos 35-40 minutos toda junta dejando aproximadamente unos 20 minutos de descanso entre las series. Déjame decirte algo sobre lo escaso de esos 20 minutos de descanso. El frío al terminar y el hecho de tener que calentar en cada carrera lo hacía aún más duro.

Recuerdo viendo a algunos de mis vecinos observándome desde sus ventanas cada hora que salía a correr y quejarme, probablemente estarían preguntándose a ver qué pasaba conmigo ese día. El aspecto mental de ello era el tiempo de descanso. Tan pronto como terminaba una serie, necesitaba 5-10 minutos para relajarme y volver a la calma y entonces ya era hora de ir a por otra serie. Encontré que era duro mentalmente relajarse y estar tranquilo aquellos 20 minutos de descanso. Era un poco como cuando te vas a la cama a las 2 am sabiendo que tienes que despertarte a las 4 am y te despiertas antes de que suene la alarma. David estuvo pendiente de mí enviándome un par de mensajes de texto durante el día mostrándome su apoyo: “¿croissant?”…

Por supuesto, hubo mucho más movimiento, sudor, sangre y lágrimas durante aquellos 15 días y contando todo en este post debería haber mucho más, pero hay algunos momentos que permanecen más que otros en mi memoria.

Una vez tuve que sentarme encima de “La Dame du Lac” (el muro de escalada de la foto) justo debajo del pequeño techo. Si miras de cara a la Dama es justo debajo del techo en el lado derecho. Tenía que estar agachado, totalmente sentado, con los pies juntos cerca del borde, de cara al vacío. David me hizo estar en esa posición por unos buenos 45 minutos o 1 hora, sin moverme. Simplemente estar allí quieto encarando la caída. Una vez me dijo que subiese de vuelta encima del techo, me quedé paralizado por un pequeño momento y me tomó cierto tiempo y un movimiento muy lento el darme la vuelta y volver a terreno seguro. Extraña experiencia.

15dias2Fotografía de Andy Day «Kiell.com»

También aquellos momentos en los que  David me llamaba en mitad de la noche y me pedía que hiciese algo. La mayoría de las veces descolgaba y oía una palabra: Vertical. Y eso significa hacer la vertical AHORA. Sin calentar, sin pensar, sólo hacer el pino en el momento. Una noche durante aquellos 15 días de desafío me llamó y dijo la palabra. En el instante que fui a hacer la vertical sentí como mis piernas se destrozaban contra el armario. Desperté a toda la casa aquella noche.

En otra ocasión estábamos detrás del gimnasio de Lisses, en las famosas escaleras. Ahí está un clásico salto de brazo desde la barandilla al muro. Mi reto era intentar hacer el salto de brazo y alcanzar el otro lado mientras tenía a David de ese lado golpeando mis manos con sus piernas cada vez que recepcionaba y me agarraba al borde del muro. Básicamente pateando mis brazos en el muro cada vez que recepcionaba, lo que me hacía fallar y caer. Después de múltiples intentos fallidos me di cuenta de que la única manera de hacerlo era cogiendo su pierna cuando fuese a recepcionar, y probablemente el resultado fuese llevarme una patada en la cara. Entonces salté, él fue a atacar con la patada, y agarré su pierna, fui pateado en la mandíbula pero me quedé sujeto a su pierna y alcancé el muro. Pasé hacia el otro lado y eso era todo lo que importaba.

Hay muchas más anécdotas como estas y puede que las comparta en otra ocasión, pero la variedad e intensidad de aquellos “15 días”  los hicieron realmente especial y de alguna manera se grabaron en mí para siempre.

Antes de llegar a la mitad de los 15 días ya había considerado darme por vencido unas cuantas veces. Estaba físicamente exhausto y sufriendo mentalmente. Estaba constantemente en un juego mental de lucha interna conmigo mismo pero también David estaba realmente cerciorándose de que obtenía la experiencia que había prometido dar. Pasado la mitad del camino y estando cerca del final no podía darme por vencido en ningún caso y estaba seguro de que llegaría hasta el final sin importar que. O moría en el intento. Pero estaba seguro de que no me daría por vencido. En algún punto David sintió que estaba bien y empezó a relajarse y darme un poco más de entrenamiento de calidad en vez de intentar hacer que me rindiese durante los dos últimos días. De alguna forma me gané su respeto en ese momento, supongo, y toda la experiencia cambió hasta el final. Fue como si la prueba hubiese terminado, hubo una pequeña muestra de reconocimiento al esfuerzo y espíritu que había mostrado y entonces me dio una mayor calidad y entrenamiento basado en principios en los dos últimos días.

Así pues, completé y sobreviví los 15 días. Uno de los logros en parkour de los que estoy más orgulloso. No estaba seguro de si podría con el desafío antes de empezar, pero luché duro y lo conseguí. Estaba realmente feliz conmigo mismo y también salí de él algo cambiado. Después de esta experiencia cualquier dura e intensa sesión de entrenamiento no me afectaba mucho mentalmente. Cada vez que la cosa se pusiese dura durante otro entrenamiento sabía que sólo duraría hasta terminar ese entrenamiento. Y entonces podría ir a casa y probablemente comer un croissant (*sonrisa).

Me llevó unas semanas recuperarme de aquello. Estaba físicamente cansado por algún tiempo después. Pero la alegría de haber pasado por una experiencia así me estaba dando mucho a cambio.

Con esta historia también quiero agradecer a David por tomarse el tiempo de compartir esto conmigo. Y todos aquellos años al principio en  donde él fue mi maestro. Siento gratitud de haber tenido la oportunidad de recibir todas aquellas enseñanzas de la fuente. Lo mínimo que puedo decir es que fue genuino y auténtico.

Fight!

Live Free and Move


Artículo de Stephane Vigroux.
Traducción de Dani Sampayo y Carlos Javier Ferrero para Umparkour.com
Puedes leer el artículo original en inglés dividido en tres partes en la página de Facebook de S. Vigroux:
Parte 1 | Parte 2 | Parte 3

Share Button

Comments are closed.