Se ha hecho plural. El Parkour ya no tiene casi nada de esa esencia underground que antiguamente se plasmaba en la vida de los que lo practicaban. Y eso no es malo.
Ahora esta disciplina es conocida, cada día más y por más gente, y parece que va a seguir siéndolo. A pesar de que en algunos reportajes aparezca el Parkour como un novísimo deporte y los traceur como una nueva plaga que se apodera de la ciudad, cada vez se ven más trabajos informativos mejor hechos y, poco a poco, la comunidad va tomando conciencia de lo que somos.
Pero todos estos aspectos positivos y ventajas que la información pública y el conocimiento significan no vienen solos. Traen de la mano el problema de la publicidad, el marketing y, dicho sea de paso, la competición.
He visto gente sufrir lesiones innecesarias por un deporte que no le llena más que el ego. He visto personas afamadas por hacer saltos mal ejecutados y peligrosos. He visto gente transformarse desde la inseguridad al arrojo en un segundo solamente porque una cámara grababa. He visto luego esas escenas en vídeos y gente que, sin darse cuenta del peligro y la mala ejecución, los elogiaban. He visto gente que valora el qué por encima del cómo. He visto gente sin experiencia para valorar su propio límite sobrepasándolo brutalmente.
No vale la pena.
El Parkour tiene mucho más que ofrecernos que efímeros aplausos.
Hace poco le dije a una buena persona: “De todas las formas diferentes de hacer Parkour que hay, la más difícil es hacerlo de tal forma que el riesgo, que siempre está, sea mínimo. Hacer cosas difíciles y recibir aplausos es mucho más fácil que no hacer algunas cosas arriesgadas hasta no haber minimizado el posible riesgo…”.
El camino es lo importante, no el fin; a este cliché no se le suele prestar la atención que se debería. Piensa, ¿Cuántas veces has oído o leído “Ser y Durar”? ¿Cuántas veces eso no era solo una frase hecha?
El Parkour debería ser para guerreros del día a día. Debería ser el camino de toda una vida. ¿Quién quiere llegar hasta el final inmediatamente pudiendo disfrutar cada día del camino?
Practicar así sin duda es difícil.
Pero debo añadir que ese Parkour difícil ofrece muchas más satisfacciones y, aunque no nos llegan tan rápido como un aplauso o una palmada en la espalda, son mucho más profundas. Merece la pena vivirlo, merece la pena sentirlo.
Si quieres Ser y Durar, constrúyete poco a poco, a tu ritmo; diviértete con el movimiento, juega como un niño que está aprendiendo y no como un adolescente que cree saberlo todo. Disfruta de las posibilidades que te ofrece tu cuerpo y el entorno, explora, esfuérzate, entrena, descansa, piensa, aprende… pero nunca, nunca jamás vendas ese alma de niño por aplausos.
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Artículo escrito por Jesús López para http://www.parkourmadrid.com/ y cedido a umparkour.com