David Henzen, 22, un suizo que creció en Vigo y que volvió a Suiza a buscarse la vida como soldador e impartiendo clases de parkour para ayudar a quienes como él, no tuvieron una infancia fácil. Más conocido como Gato, fue uno de los pioneros en una ciudad que hoy es reconocida en todo el mundo gracias, en parte, al grupo GUP.
Eres uno de los primeros traceurs no sólo en la ciudad donde diste los primeros saltos, sino también en España. ¿Cuáles fueron tus referencias la primera vez que saliste a la calle?
Cuando comencé a dar mis primeros saltos todos los días fue por la película de los Yamakasi.
¿Y cuál era tu idea? ¿Qué te inspiraba de lo que viste en los Yamakasi para salir? ¿Qué edad tenías?
Tenía unos 12 años cuando vi la Pelicula por primera vez y lo que me inspiró fue la forma tan hábil y tan poco usual en la que los Yamakasi escapaban de sus persecutores. Al principio eso fue lo que más me llamó la atención.
Eran pensamientos que ahora son muy diferentes.
Han pasado 10 años desde entonces, ¿cuáles son esas intenciones que han cambiado? ¿Qué es distinto ahora?
Mi incentivo antes para salir a la calle y dar mis saltos era que estando entrenado podía escapar de los problemas en los que habitualmente me encontraba, ya que mi vida no fue nada fácil. Lo que es distinto ahora es que ya he entendido el verdadero significado de este Arte. Lo que mejor he aprendido de este Arte es cómo reaccionar en situaciones donde de repente se te aparecen obstáculos, y con él también aprendí a no rendirme.
¿Hubo algo que te hizo cambiar de golpe, o cómo describirías ese proceso de cambio?
No, eso pasa con el tiempo. Hasta hoy en día sigue cambiando, son detalles que se van aprendiendo todos los días.
Creciste en Vigo, una ciudad que desde que prácticamente empezó el parkour en España ha conocido traceurs. ¿Cómo era el parkour allí antes del boom que supuso GUP para el resto del panorama internacional?
Sinceramente de lo que pasa ahora no sé nada ni me importa, pero en esos tiempos ya había discusiones muy parecidas a las de ahora en la zona donde yo entrenaba. Por entonces el entrenamiento era mucho físico y repeticiones, entrenábamos en un mismo lugar durante años y sólo salíamos los sábados a otras zonas.
Mucho físico y repeticiones. Cuéntame cómo ha ido variando tu método de entrenamiento desde entonces.
Pues los entrenamientos se han vuelto más profesionales, siguen enfocados en el físico y en las repeticiones, pero ahora se practican con más responsabilidad en cuanto a seguridad personal y organización. También soy una persona a la que le gusta experimentar probando todo tipo de entrenamientos: yoga, fitness, lucha… y de algún modo, ajustarlo al parkour.
¿Cuál dirías que es entonces la base principal de tu entrenamiento?
Físico y recepciones de caídas para proteger mi cuerpo.
Antes decía que creciste en Vigo, pero ahora vives en Suiza. ¿Ha supuesto algo para tu parkour el cambio de país y de forma de vida, o tu parkour siempre ha sido el mismo estés donde estés?
No, el cambio ha sido muy grande y muy dificil, ya que la forma de vida entre Vigo y Suiza es muy diferente y esta influye igual un poco en tu Parkour. En Vigo practicaba más parkour y ahora en Suiza practico menos, pero con más responsabilidad respecto a cómo lo hacía en Vigo.
¿Qué tan importante han sido para ti tus compañeros de entrenamiento?
Me daban la fuerza para seguir por un camino bueno y no seguir en la calle, en temas de pandillas, peleas y demás. Cuando se encuentra gente así, que te dan ese amor, intentas no decepcionarlos.
¿Es eso lo que intentas transmitir en tus clases de parkour?
Sí. Trabajo mucho con ex pandilleros o personas con problemas de agresividad; sin ningún motivo lucrativo. Es un trabajo duro, pero estoy convencido de que el parkour puede cambiar personas y pensamientos si se usa de la forma correcta.
¿Y cómo está funcionando ese trabajo, da resultados?
Es duro porque hay muchas tentaciones, pero hasta ahora está funcionando.
¿Cuáles dirías que son las claves para ayudar con el parkour a la gente que lleva ese tipo de vida?
Lo que yo les digo al principio es que aquí nadie es mejor que nadie, y no hay que demostrar quién es más que otros. Y para la gente de la calle eso es muy importante: no demostrar nada, sino ser como se es sin miedo a que te hagan algo.
¿Qué edad rondan las personas que asisten a los talleres?
De 10 a 25.
Un margen bastante amplio. ¿Por qué crees que el parkour es una herramienta válida para ayudarles a mejorar su actitud ante la vida?
Para mí una de las cosas más importantes, es que en mi grupo se den cariño mutuamente y se apoyen uno con el otro. De esta manera puedan ganar confianza en sí mismos. Y la mejor forma de ponerse frente a la vida es reconociendo tu valor propio.
Viendo que lo importante para ti son los valores que se pueden transmitir mediante el parkour, ¿cómo ves el panorama actual?
Lo que está pasando ahora es algo que odio. Cómo la vieja escuela y la nueva está en guerra y dando mala fama al parkour por sus discusiones.
Yo ya no miro vídeos ni foros ni esas cosas porque siempre es lo mismo. Yo sólo me fijo en si tienen respeto, si eso está, conmigo hay paz. Y si no, no busco amistad.
Respeto al prójimo como base fundamental de la práctica, si no hay valor como persona, no lo hay como traceur. ¿Esa sería la conclusión de lo que acabas de decir?
¿Y crees que es posible?
¿Respetarse a sí mismo?
Respetar a los demás aunque no sean tus amigos ni piensen como tú.
Sí. Sí es posible, pero no fácil. Creo que si tú respetas, respeto recibes.
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Entrevista de Dani Sampayo a David Henzen para www.umparkour.com