Ceci n´est pas du parkour
By umparkour — Comentarios desactivados en Ceci n´est pas du parkourEl problema de la presentación y la representación es algo que doy tan por supuesto que suelo pensar que no merece la pena escribir sobre ello. Sin embargo me animo a reflexionar en estas líneas sobre un asunto recurrente no solo en el ámbito del parkour sino en todos aquellos en los que con una parte se busca explicar un todo. Esta reflexión no pretende mostrar qué es parkour, nada más lejos, sino plantear una serie de ideas que es necesario tener en cuenta a tenor del mundo de la imagen y la sobreinformación en el que vivimos.
La cuestión no es nueva, el pintor belga René Magritte ya teorizó de una manera práctica sobre ello en su obra. Pongamos en situación el ejemplo del famoso cuadro “La trahison des images” (1928-29, Los Angeles County Museum of Art,óleo sobre lienzo) que aparece más arriba. Desde un punto de vista formal se presenta un elemento cotidiano, una pipa sencilla y simple sobre un fondo de color uniforme, como si estuviera suspendida en un vacío abstracto, a la presentación de la pipa una sugerente caligrafía nos dice claramente “esto no es una pipa”; y claro que no lo es, es una representación de la misma, una secuenciación de pigmentos que colocados de una determinada manera nos permiten ver una imagen que es semejante a un objeto que conocemos como pipa pero es solo una parte de una realidad que además ha pasado por un múltiples filtros, la elección del modelo de pipa que el artista quería representar, la elección del plano de la pipa, la técnica de representación utilizada y la ejecución de la obra en sí misma. Y aunque nos parezca una pipa, por supuesto que no es una pipa, de hecho se podría decir más: la imagen que acompaña esta reflexión por supuesto no es es el cuadro sino una secuencia de ceros y unos que interpretados por el equipo que cada cuál esté utilizando para leer esto recompone una imagen que trata de representar un cuadro que representa una realidad distinta que es una pipa. Sin embargo, la pipa representada aún no siendo es, porque es capaz de hacer que pensemos sobre la pipa, o desde un punto de vista platónico sobre la idea de pipa, pero ¿qué pasaría si alguien que no conociera lo que es una pipa viera ese cuadro? ¿qué es lo que vería?
Pero, un momento, espera un momento, ya sé que pensarás que esto poco tiene que ver con el parkour, que no has empezado a leer esto esperando encontrarte una reflexión sobre una obra de arte. Pero la realidad es que el trabajo de Magritte es esencial a la hora de entender el modo en el que recibimos lo que se llama como parkour y que permitirá comprender los límites de la presentación y la representación del parkour en un momento en el que precisamente esta presentación y representación se está viendo tensionada por una serie de elementos que incluso podríamos denominar exógenos.
Ya dije que aquí no voy a hablar de lo que el parkour es, pues el parkour es como idea pero sobre todo es como práctica. De una manera o de otra, como con cualquier otro fenómeno externo recibimos a través de los sentidos la información de lo que ese fenómeno es (considerando que esa información estará sujeta a una parte del fenómeno y no a su totalidad). Así en mi caso concreto la primera vez que escuché algo de lo que se conoce hoy como parkour fue por un comentario de un amigo que nos decía que había visto una película en la que había unos chicos que saltaban desde una azotea hasta un balcón de una casa que estaba en el otro lado de la calle, evidentemente estaba haciendo referencia a la icónica escena de la escena de Yamakasi, los nuevos samurai (2001, Ariel Zetoun, Julien Seri); esa idea permaneció latente durante unos años hasta que en el 2005 vi por primera vez el documental Jump London (2003, Mike Christie) y en ese momento recuperé ese recuerdo de unos años antes y comenzaron a encajar las piezas. Desde ese momento hasta hoy se ha producido un proceso de descubrimiento de pequeñas partes de representación en la búsqueda de la comprensión de un fenómeno en su totalidad; cabe decir que esta será una búsqueda que llevará toda la vida, pues se trata de un fenómeno dinámico, en continua construcción. Pero lo que aquí importa es pensar en esas representaciones y en otras muchas que muestran diferentes facetas de un mismo fenómeno. La cuestión es simple, ¿son la película Yamakasi, el documental Jump London, los diferentes vídeos de La releve, incluso tutoriales o cualquier otra forma audiovisual parkour? Abriendo la mirada, todas ellas mantienen en un estado latente esa leyenda que Magritte escribió en su cuadro y entonces podríamos decir “Ceci n’est pas du parkour”. Por supuesto, algunos pensaréis, pero vaya perogrullada nos está soltando, es evidente que entendemos que a través de unas imágenes no se puede presentar una realidad completa. Sin embargo, me encuentro a menudo con discusiones sobre si esto es o no es, cuando la cuestión debería ser si en este medio aparece representado o no.
Pongamos por ejemplo que un traceur decide que quiere grabar un vídeo en el que mostrar lo que el parkour es, se encontrará ante un grandísimo problema el mismo que tuvo que afrontar Magritte, tendrá que tomar muchas decisiones, demasiadas como para que el resultado final sea realmente lo que el parkour es y será seguramente, en el mejor de los casos, lo que el parkour representa para él. Tendrá que decidir desde un punto de vista técnico con qué equipo grabar, qué tipo de planos utilizar, qué tipo de lente, en qué momento del día, en qué lugar, etcétera; pero además tendrá que elegir qué es lo que quiere presentar y cómo lo quiere representar si además le añadimos que habitualmente los productos más habituales sobre parkour duran poco más de lo que dura un videoclip de 3 a 5 minutos, nos encontramos ante una imposibilidad de representación de un fenómeno en su totalidad para quedarnos con una pequeña parte que tal vez poco se parezca al fenómeno en sí. Claro, si lo que quería ese traceur era presentar lo que el parkour es, su fallo será clamoroso. Entonces, algunos podéis pensar, ante esa imposibilidad ¿se debe dejar de hacer vídeos?, No, ni mucho menos, simplemente hay que tener claro en primer lugar que como creador tienes que tomar muchas decisiones para crear tu obra final y que está dependerá de tus objetivos y que siempre será una representación de una parte de una realidad mucho más grande, por mucho que una imagen valga más que mil palabras y que con un montaje múltiple de distintos planos podamos aproximar más puntos de vista de la realidad que lo que podía hacer Magritte en un cuadro —y mira que Picasso y los cubistas lo intentaron—. En segundo lugar, como espectadores tenemos que entender que lo que vemos son obras que no pretenden la totalidad sino presentar una forma en la que se entiende un fenómeno y por ello en ningún vídeo de parkour hay parkour, aunque como en el caso del cuadro de la pipa, en todos ellos está el parkour porque en mayor o menor medida nos ayudará a pensar sobre esa idea que es más práctica que una idea –me gusta hacer esta diferenciación porque la realidad del parkour no puede entenderse en su globalidad sin la práctica, no puede existir una teoría del parkour sin comprender prácticamente en qué consiste—.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, pasemos a abordar un siguiente punto en esta reflexión. El momento de desarrollo del parkour ha ido de la mano con una serie de avances en los métodos de reproducción que exceden lo que ya en su día anticipó Benjamin en su célebre ensayo “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” (1936), los soportes han cambiado y la forma en la que accedemos y recibimos las obras han posibilitado que haya más contenido y que este sea mucho más accesible. Esto ha sido una garantía para la difusión del parkour como un fenómeno internacional, pero de nuevo tenemos que ser conscientes que lo que se comparte es tan solo una parte del todo, que debido a esa parcialidad hace que se encuentre en continua construcción por las interpretaciones que se generan a partir de las partes en diferentes lugares. Asimismo la mayor visibilidad y el mayor impacto lleva a pensar sobre una espectacularización, que en sí tiene que ver con el concepto espectador. Cuando creamos una obra audiovisual, lo hacemos porque queremos que esta sea vista por un mayor o un menor número de espectadores, pero en cualquier caso es una obra para ser vista. Lo hacemos porque creemos que aquello que deseamos representar merece la pena ser visto y esto puede ser acicate, incluso, para que más gente desee participar de lo que se ofrece, motivando a participar de ese todo aprendido desde la parte.
Haciendo caso a este fenómeno de la espectacularización podría parecer normal que se busquen otros formatos en los que poder mostrar a un público mayor una representación del parkour. Así nos encontramos de bruces con uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el parkour, su representación por medio de un formato que a priori nada tiene que ver con lo que es y que además lo modifica profundamente, estoy pensando en una vieja conocida para el ámbito de la actividad física, la competición. Y claro, ahora pensaréis ¿qué tendrá que ver un vídeo subido a internet con una competición? ya lo he ido anticipando son ambos modelos de representación; si bien un vídeo es una secuencia de fotogramas dispuestos de forma continua para generar la ficción de una imagen en movimiento en la que puede representarse una parte del parkour con mayor o menor acierto; en una competición, sin embargo se están añadiendo elementos que no son intrínsecos a lo que el parkour es por lo que su representación está adulterada por una falsa idea de un objetivo inmediato que no es otro que ganar y vencer a un adversario, si no es así —y alguien podría decir que en una competición lo que busca es una idea de autosuperación y que le da lo mismo ganar o perder entonces no es competición y no son necesarios ni jueces, ni medallas y nos quedaríamos con lo que importa que es el movimiento—. Pero la realidad está demostrando que se quiere presentar y representar el parkour por medio de la competición y más que nunca “Ceci n’est pas du parkour”, pero lo que es más extraño usan los métodos del parkour en un formato que evidentemente cambia lo que el parkour es y deciden cambiar el nombre de lo que presentan de múltiples maneras —la última y más sonada es la propuesta de la FIG en su intento de crear una nueva disciplina basada en el parkour—, topándonos con un verdadero problema de representación ¿qué se le dirá a los espectadores que verán ese evento? ¿estarán viendo parkour, carreras de obstáculos, ejercicios de gimnasia en distintos niveles espaciales?
Lo que vengo a plantear es que si usas como argumento la mayor visibilidad del parkour por medio de eventos de tipo competitivo debido a su espectacularidad estamos ante un gran problema porque la representación de aquello que quieres representar está completamente falseada no porque no aparezcan elementos de lo que quieres representar sino porque el fondo de la competición desvirtúa con claridad aquel fenómeno que quieres presentar. Ahora bien, nos encontramos ante una encrucijada pues si se quiere lo competitivo esto no podrá ser lo que se conoce como parkour, pero si se usan sus elementos siempre estará vinculado a ello, incluso si se generara una nueva forma de llamarlo. Realmente nos encontramos ante un problema de cómo queremos representar lo que hacemos, pero a su vez esas representaciones están trayendo consigo un problema existencial donde por un lado se puede ejercer una resistencia en una actitud de subversión ante la forma habitual en la que una actividad física es presentada a la sociedad —y esta forma esencialmente es la competición— o bien dejarnos llevar por esa vorágine de lo cotidiano y perder de forma inexorable la posibilidad de una actividad física que realmente piense en el colectivo a partir de la responsabilidad individual sin pretender vencer a nadie sino tan solo emprender un camino sin retorno de exploración de los límites de lo que somos y de los lugares que habitamos.
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Artículo escrito por Carlos Javier Ferrero para www.umparkour.com