Preparación
¿Qué te hace pensar que si no puedes mantenerte en equilibrio ni diez segundos sobre una barandilla debes saltar desde ella o sobre ella? ¿Qué te lleva a querer colgarte o subir a la cornisa de un edificio si no eres capaz de realizar una plancha en cualquier momento y situación en un simple entrenamiento a dos metros del suelo? ¿Qué impulso te lleva a saltar determinado desnivel si tus piernas no serán capaces de contener el impacto de la recepción? O ¿qué demonios te lleva a querer saltar esa distancia con cualquier movimiento si ni dominas la técnica, ni tu cuerpo en el vuelo, ni la potencia que debes ejercer para logarlo?
La inmediatez de la cultura en la que vivimos - queremos todo, y lo queremos ya – hace que cada nueva generación de practicantes deseen y logren cada vez más rápido saltos, distancias, desniveles o dificultades que antes costaban años conquistar. Para ello existe una explicación obvia: casi todo son ya vías abiertas. Son ya técnicas, movimientos, saltos y dificultades ya conquistadas por otros y ya no representan mayor reto que el atreverse a hacerlo, pues ya se sabe que se puede hacer. Además de cientos de tutoriales, de consejos y de personas que ayudan a otras a dar los primeros pasos, lo que hace que lo que ahora se puede conseguir en pocos meses de entrenamiento lo que antes costase quizá un par de años. Sin embargo, algo que por sí mismo no debería ser negativo, termina siéndolo.
Los nuevos practicantes se ven tan rápido con un manejo aceptable de las técnicas y del aprovechamiento de su potencia que su confianza se sitúa en lo más alto y comienzan así a realizar todo tipo de ejercicios para los que en realidad no están preparados. O no del todo al menos.
Hay algo que no se puede adquirir en tan poco tiempo, algo que cuesta esfuerzo, constancia y dedicación. El trabajo físico, preparar nuestro cuerpo para lo que le vamos a exigir hacer y soportar. Y es que cuando se podría aprovechar todo el avance en materia de aprendizaje de la parte técnica del Parkour para incidir y dedicarle más tiempo y conciencia al trabajo físico, ha sucedido todo lo contrario. Posiblemente derivado directamente de esa inmediatez en los resultados, que hace pensar que no es necesaria una preparación más allá de la normal que nos dan los saltos para soportar lo que hacemos. Y es que los problemas tardan en aparecer, puedes estar entrenando durante varios años como un animal con saltos que hagan que tus piernas cedan a cada recepción sin notar nada especial y que un día de repente te comience a doler la espalda, la rodilla, notes que el hombro comienza a flojear… Y así pasa, chicos de 18 años con tendinitis rotuliana cada dos por tres, o algún hombro que se sale de vez en cuando, dolores en las articulaciones, muñecas doloridas de tanto golpe… Nada de eso es deseable, ni tampoco debería ser normal en una disciplina cuyo lema directamente reza “ser fuerte”.
Podría estar horas escribiendo sobre motivos para haceros ver por qué el entrenamiento físico es fundamental en la práctica del Parkour. Podría insistiros una y otra vez sobre su importancia y todos los beneficios que os podría aportar. Sin embargo os remito al primer párrafo de este artículo. Leed las preguntas y contestaros vosotros mismos, no encontraréis mejor argumento que ese.
¿Qué te hace pensar que si no puedes mantenerte en equilibrio ni diez segundos sobre una barandilla debes saltar desde ella o sobre ella? ¿Qué te lleva a querer colgarte o subir a la cornisa de un edificio si no eres capaz de realizar una plancha en cualquier momento y situación en un simple entrenamiento a dos metros del suelo? ¿Qué impulso te lleva a saltar determinado desnivel si tus piernas no serán capaces de contener el impacto de la recepción? O ¿qué demonios te lleva a querer saltar esa distancia con cualquier movimiento si ni dominas la técnica, ni tu cuerpo en el vuelo, ni la potencia que debes ejercer para logarlo?
Artículo original escrito por Dani Sampayo para www.umparkour.com